Negociaciones: ¿Anhelos de paz…o anhelos electorales?

Mientras el presidente sacaba pecho en Osaka con la lechona colombo-japonesa-mexicana, y su ministro delegatario en Bogotá con la clasificación de la selección Colombia gracias al gobierno Petro – ¡vaya osadía! –, este último también firmaba la resolución para convertir a una mafia narcoterrorista, las Autodefensas Gaitanistas (antes Clan del Golfo, Urabeños, Clan Úsuga), en Grupo Armado Organizado, GAO, bajo el nombre de Ejército Gaitanista de Colombia, EGC.
Benedetti afirmó que este nuevo “ejército” no tendrá “estatus político”, y es cierto a la luz del Derecho Internacional Humanitario, porque esa condición deviene del “estatus de beligerancia”, que reconoce a un Grupo Armado Organizado como parte en un “conflicto armado no internacional”, es decir, legitima la sublevación contra un gobierno y, por tanto, el derecho a negociar de igual a igual para remover las causas de esa sublevación legitimada. Las Farc siempre exigieron la “beligerancia”, pero nunca la obtuvieron, sobre todo porque les obligaba, como parte en conflicto, a cumplir con el DIH, el cual violaron sistemáticamente. Sin embargo, sin beligerancia ni estatus político, negociaron y pusieron patas arriba las instituciones como si lo tuvieran.
Hoy, con esa incoherencia que se ha vuelo marca del Gobierno, de dientes para afuera se afirma que esos grupos delincuenciales no tienen ni tendrán estatus político, cuando el Gobierno mismo se lo reconoció, en forma de “mico”, en la llamada Ley de Paz Total, la cual diferencia entre “Grupos Armados Organizados al margen de la Ley” y “Estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto”, ambos, como dicen en el Caribe, “cucarachas del mismo calabazo”, pero mientras el Gobierno podrá negociar con las “Estructuras” solamente su sometimiento, con los GAO podrá negociar y lograr acuerdos para, entre otras cosas, “la creación de condiciones que propendan por un orden político, social y económico justo” (Ley 2272 de 2022. Art. 5º). Así que no nos vengan con cuentos de que el Ejército Gaitanista, recién ascendido a GAO, no tendrá “estatus político”.
Ahora bien, resulta paradójico que mientras unos bregan por entrar, otros luchan por salir. En efecto, una de las exigencias del ELN ha sido la exclusión de la lista de Grupos Armados Organizados, y seguirá insistiendo en ello, más ahora que el Clan del Golfo ingresó maquillado a esa lista, porque los elenos se consideran la última y única guerrilla subversiva con carácter político por derecho propio, condición que, para ellos, no solo legitima todas las formas de lucha, es decir, toda su barbarie, sino que les otorga una suerte de derecho especial de negociación, que tiene como telón de fondo el exabrupto de las negociaciones de Santos con las Farc.
Ahora mismo circula el video de Pablo Beltrán, uniformado y con escarapela al hombro, buscando espacios para retomar los diálogos, aunque exigiendo que el país cambie a su acomodo, sin que ellos cambien, dejen de sojuzgar e instrumentalizar a las comunidades campesinas e indígenas…, dejen de tumbar helicópteros y asesinar soldados y policías.
Hoy el Gobierno tiene acercamientos con el Ejército Gaitanista ¡en Catar!, y quizás se vuelva a sentar con el ELN, con las disidencias y reincidencias, y hasta convoque a los delincuentes que acompañaron a Petro en “el tarimazo” en Medellín, abriéndole camino a su “Proyecto de Sometimiento”, otro ejercicio de impunidad masiva sin posibilidades en época electoral y con un gobierno agonizante, pero en campaña para perpetuar su proyecto político.
Así las cosas, ¿esta nueva oleada de “dialoguitis” gubernamental responde a sus anhelos de paz o a sus anhelos electorales? Y, Dios no lo quiera, pero si el “Proyecto de Sometimiento” se convierte en Ley… ¿a dónde iremos a parar?
@jflafaurie