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Las primarias parlamentarias

Foto: El Pueblo
Foto: El Pueblo
Los resultados electorales de este 9 de marzo darán sorpresas. El desaliento con que la opinión se aproximó al debate, fue una señal de agotamiento ante el Gobierno y sus congresistas de la Mesa de Unidad Nacional, que vendieron unas expectativas falsas y un país que el ciudadano del común no compró.

La fractura entre realidad y demagogia política pasó su cuenta de cobro. Las últimas encuestas muestran lo que la propaganda gubernamental intenta ocultar. El 82% de los colombianos desaprueba la gestión de Santos frente a la inseguridad, el 78% considera que empeoró la corrupción y un 71% rechaza el costo de vida. Estas percepciones sumadas al errático proceso de diálogos con los narcoterrorista de las Farc, hunden al Gobierno y a los congresistas que aspiran reelegirse.

Entre tanto el Uribismo puntea en las encuestas y se perfila como una alternativa real para el voto de castigo, a la mala gestión de la Unidad Nacional. Una lectura que matemáticamente podría dejarle 30 curules en el Senado al Centro Democrático. Un justo contrapeso para corregir el unanimismo, que nos llevó a procesos políticos indeseables y mantuvo en el congelador urgentes reformas socio-económicas. Se materializan así, los fantasmas más temidos por el presidente-candidato y la sobredimensionada campaña reeleccionista. Estas de marzo, serán más que unas elecciones de Congreso, serán unas primarias.

Con 30 senadores elegidos por Centro Democrático se desplomará la candidatura de Santos. Ahora no tiene tan despejado el camino a la Casa de Nariño en la primera vuelta y menos en la segunda. Considerando, además, que un 64% de los colombianos no está de acuerdo con su reelección. Representa una coalición que se atraganta con la “mermelada clientelar” de $2,7 billones y luce desaliñada por la ausencia de propuestas para resolver el desencanto que embarga a los colombianos. Factores que están en el cálculo ciudadano para elegir sus preferencias este 9 de marzo. Y es que las expectativas de los colombianos han virado en poco tiempo, sin duda, a favor del “Fenómeno Uribista”.
 
Las listas del Centro Democrático marcan la diferencia. Gente joven, estudiada y sin tacha que traerá un nuevo liderazgo y una agenda fresca al Legislativo. Hombres y mujeres que reúnen la experiencia y las ganas de hacer política, con manos limpias y conocimiento. De esta “Generación del 14”, como se ha denominado, hacen parte figuras como: Rosario Guerra, Iván Duque, Ana Mercedes Gómez, Alfredo Ramos, Paloma Valencia, Fernando Nicolás Araújo, Honorio Henríquez, Paola y Carolina Holguín, Tania Vega de Plazas, Carlos Felipe Mejía, María Fernanda Cabal, Faruk Urrutia, Daniel Cabrales, Santiago Valencia y muchos más. Personas meritorias y capaces de renovar y regenerar el ejercicio de la política.
 
Una bancada de esta calidad y bajo el liderazgo de Uribe, rescatará al Congreso del clientelismo, le regresará su prestigio y permitirá un sano equilibrio entre los poderes públicos. Pero, además, será la oportunidad para adoptar mecanismos efectivos de combate a la corrupción que está minando los recursos para el desarrollo, restablecer la política exterior contaminada por el Castro-Chavismo con su auspicio a los diálogos con las Farc y hasta poner fin a esas negociaciones que mantienen preso al Ejecutivo y descontento al 60% de los colombianos, que no le ve futuro a la mal llamada salida política, que no es otra cosa que una puerta a la impunidad.

El Uribismo o el Centro Democrático, darán la gran estocada en la jornada de este 9M y será la antesala premonitoria de las presidenciales. Eso, en el entendido de que se cumplan las reglas del juego democrático. Una premisa que pasa por asegurar las garantías electorales para todos los aspirantes, la transparencia y legitimidad de los resultados y controlar la amenaza impuesta por las Farc, el ELN y las Bacrim sobre 221 municipios. ¡Sorpresas da la democracia! Y tengo la sensación que la de este 9 de marzo, será una manifestación anti-reeleccionista, anti-impunidad y anti-terrorista.
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