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Hay que conservar el Roble andino

Los bosques restringidos de las partes altas de las montañas están dominados por robles gigantescos, con alturas hasta de 35 metros y troncos con diámetros cercanos a 1 m medido a la altura del pecho de una persona adulta. Árboles así, ya no se encuentran en las zonas densamente pobladas de nuestras montañas y al ser irreemplazables, urge contribuir a su conservación.
 
Esto es aún más válido en la región del Corredor de Robles, donde todavía quedan bosques maduros, que tienen cientos o incluso miles de años de edad. La franja más extensa y continua de bosques de roble se encuentra en los departamentos de Santander, Boyacá y Cundinamarca y se conoce como Corredor Guantiva - La Rusia -Iguaque, o Corredor de Conservación de Robles.
 
Según el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria –CIPAV–dicho territorio de la Cordillera Oriental, tiene un área aproximada de 171.000 hectáreas. (Lea: Los bosques, sistemas vitales y adaptables a la innovación)
 
Dicha superficie se caracteriza por su considerable heterogeneidad en las condiciones orográficas y bioclimáticas, que genera un mosaico de tipos de bosque habitado por un gran número de especies de flora y fauna.  
 
Los bosques de roble andino -que no se deben confundir con el roble morado del Caribe Tabebuia rosea-, crecen también en las zonas montañosas de Norte de Santander, Antioquia, Caldas, Risaralda, Tolima, Valle del Cauca, Cauca, Huila, Nariño y Caquetá, entre 1.000 y 3.800 metros de altitud. (Lea: Conozca las bondades del roble andino en sistemas silvopastoriles)
 
Según Enrique Murgueitio, Zoraida Calle, Adriana María Giraldo, Walter Galindo S, investigadores de CIPAV y Mateo Hernández Schmidt, consultor ambiental, la región es considerada como una de las más diversas de los Andes Colombianos y conserva un número importante de plantas y animales endémicos y amenazados.
 
 
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