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Fiebre aftosa: el riesgo sigue vivo para la ganadería mundial

Argentina hoy es un país libre de fiebre aftosa con vacunación en la mayor parte del territorio –a excepción de la Patagonia y los Valles de Calingasta en San Juan que tienen el estatus oficial de “libres de fiebre aftosa sin vacunación”–, reconocido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, según la sigla en inglés).
 
Lo anterior gracias a los avances en tecnologías de vacunas y diagnóstico y a la implementación de rigurosas estrategias de control sanitario -desarrollados por INTA-,
 
Si bien esta condición es compartida por muchos países que también pudieron controlar o erradicar la enfermedad -señalan los autores-, hay vastas extensiones del planeta, principalmente en África y Asia, donde los animales carecen de una cobertura vacunal apropiada y el virus –que no se transmite a humanos– circula libremente hasta alcanzar condiciones endémicas.
 
Lo anterior significa que el virus representa un riesgo latente para todos los países –desarrollados y en vías de desarrollo– con actividad ganadera, debido al cierre obligado de los mercados externos luego de su declaración y a las pérdidas en el mercado interno asociadas con la disminución de la producción, el sacrificio y el bloqueo de movimiento de animales.
 
La virulencia, el amplio rango de huéspedes, la multiplicidad de variantes y la alta capacidad infecciosa y de contagio del virus de la fiebre aftosa, explican su presencia y reemergencia en diferentes partes del mundo y lo convierten en un problema sanitario de escala mundial, con consecuencias económicas, sociales y ambientales.
 
 
 
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