Así lo plantea el veterinario y director de la Unidad de Negocio Ganadería en AGV Salud Animal, Jorge Rodríguez, quien explica que varias de estas vacas son buenas productoras de leche y al no quedar gestantes, terminan siendo descartadas.

Con la aplicación de un protocolo de lactoinducción se genera la oportunidad de una nueva lactancia y adicional a esto, existe siempre la probabilidad que el animal quede preñado nuevamente, recuperando de esta manera, un animal valioso desde el punto de vista reproductivo y productivo.

Los trastornos reproductivos que presentan las vacas lecheras o de doble propósito, tienen diferentes causas, entre otras están: nutricionales, infecciones uterinas, inflamación del oviducto, celos silentes, mortalidad embrionaria, adherencias de órganos reproductivos, síndrome infeccioso reproductivo bovino, ovulación retardada, etc. Varios de estos desafíos reproductivos se pueden solucionar en tiempos razonables y de esta manera generar gestación en las vacas, pero en algunas oportunidades, los días abiertos pueden llegar a más de 365 días. (Lea: Lactoinducción permite recuperar animales considerados 'problema')

Desde el punto de vista productivo, lo ideal es que la vaca tenga un parto al año y como consecuencia, una lactancia. Se debe procurar, siempre, tener esta meta, aunque no es fácil. Es aquí donde la lactoinducción se convierte en una herramienta productiva, teniendo en las fincas animales productivos.

Las vacas en su producción láctea son más eficientes al inicio de la misma, decreciendo luego su producción hasta el secado. Las hembras alcanzan su máxima producción a los 60 días post parto, empezando a disminuir en un 3 % hasta el quinto mes y en adelante pueden llegar a disminuir el 20 % mes, esto en una vaca ideal, que preñe entre los 60 a 90 días pos parto.