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En Colombia no hay solo una raza de caballo criollo, son dos

Alrededor del caballo criollo colombiano se ha conformado una cultura equina en la que expertos y aficionados hacen correría por el país de feria en feria para contemplar los andares de los mejores ejemplares. Como si se tratara de una celebridad, estos animales son ovacionados por el público cuando salen a “desfilar” por una especie de la pasarela con el rítmico golpeteo que caracteriza sus pasos. (Lea: Proyecto de ley favorecerá al caballo criollo colombiano)

 

“Oropel de las caballerizas” es uno de los fuertes competidores equinos en paso fino. Sus extremidades derechas sincronizadas se alternan con las izquierdas en un movimiento veloz que puede pasar desapercibido para los ojos no entrenados, pero que mantiene una indudable elegancia, que no permite dudar de su linaje e historia genealógica. “Es un hijo de Soberano y Guadalupe de las Caballerizas, su abuelo materno es Delirio de Terremoto”, anuncian por el micrófono cuando él sale; se trata de la garantía de la genética que este ejemplar ha heredado y que literalmente ha definido la “limpieza” de cada paso que da.

 

Como si se trata del integrante de una familia real, el caballo criollo colombiano posee un complejo linaje que se remonta a la llegada de Cristóbal Colón al continente americano. Miguel Adriano Novoa Bravo, doctor en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional, señala en un artículo publicado en abril de este año, que “después de su extinción hace miles de años, el caballo vuelve a América con el segundo viaje de Colón, y a partir de ese origen se produce una mezcla de diferentes linajes de la Península Ibérica, que terminó arribando a Colombia”.

 

 

 

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