Hace un mes colocamos un mojón para monitorear cómo evolucionaría el precio del ganado a partir de la elección de un gobierno de izquierda que ha dicho que aplicaría una reforma agraria y tributaria entre otras muchas, y cuyos voceros han anunciado medidas condenatorias para el sector ganadero, lo cual creó en el sector ganadero, gran incertidumbre, rayando en el pánico económico.

Pues bien, en la semana que culminó en dicha elección el precio promedio del ganado gordo se situaba en $8.447 kilo, en la semana pasada se situó en $8.065, mostrando una reducción de $382 kilo, que equivale 4.5 %.

Lo anterior no es indicativo del impacto político sobre el precio del ganado toda vez que en último mes, a raíz del mismo suceso y por supuesto de los innumerables trinos –que no posiciones oficiales de una nueva política–, más la convulsionada economía mundial, se ha registrado una fuerte devaluación del peso colombiano frente al dólar; la inflación local e internacional siguen al alza con la correspondiente carga de aumento de costos de producción, la invasión rusa a Ucrania continúa desajustando la oferta mundial de maíz, trigo, fertilizantes, entre otras materias primas de interés para la producción agroindustrial en el mundo y otras cadenas de valor y, para no aumentar más la lista, la recesión mundial que se prevé para 2023 con visos de convertirse es una estanflación. También se debe tener en cuenta a nivel interno el tema del clima, cuyas inundaciones están haciendo estragos en las ganaderías de muchas regiones.

Lamentablemente el sector ganadero seguirá siendo centro de ataques y recibiendo la culpa de todo, como que el aumento de precios es por culpa de las exportaciones de carne y ganado en pie, o porque no hay equidad en distribución de la tierra. Ya la cuenta de cobro viene en camino con la “Carta Campesina”, que se venía incubando mucho antes de los foros de paz que orquestó el presidente Santos y las Farc.