Se conoce como junco a los miembros de la familia de las juncáceas o ciperáceas. Se caracterizan por ser plantas monocotiledóneas que crecen en zonas húmedas, con alturas medias de 50 cm o más. Son palos verdes finos que brotan como ramilletes y crecen mucho más rápido que el césped.

 

“Como es una especie endémica, esta planta quita espacio para que salgan las pasturas y no se pueden aprovechar porque el ganado no se las come”, explicó Eustorgia Méndez, ingeniera agrónoma. (Lea: Controlar malezas es clave para enfrentar el cambio climático)

 

De acuerdo con la experta, el junco entra en competencia directa con el pasto por la luz del sol, el agua y los nutrientes del suelo. Si se deja crecer libremente, esta planta puede afectar el crecimiento del forraje, acaparando el espacio del terreno.

 

La maleza crece sobre todo en zonas húmedas superficiales, que tengan retención de agua y sean arcillosas. En la época de sequía, el junco puede ocupar todo el terreno para aprovechar en mayor medida el agua del suelo y privar a las pasturas de los minerales y proteínas que necesitan.