En el año 2005, cuando José Félix Lafaurie recién empezaba en la presidencia ejecutiva de Fedegán, conoció los sistemas silvopastoriles. Aceptó una invitación de la reserva El Hatico y entendió con lujo de detalles los beneficios de generar condiciones climáticas idóneas para las reses a su vez que el predio captura grandes cantidades de dióxido de carbono y fija nitrógeno, es decir, se lleva a cabo una ganadería sostenible y amigable con el medio ambiente. (Lea: ¿Por qué vale la pena hacer ganadería sostenible?)

Desde ese momento, el dirigente y también ganadero, se convenció que ese era el camino y el norte al que debía apuntarle la producción bovina en el país.

“En ese momento decidí que yo quería venderle la misma idea a los ganaderos colombianos, no solo como presidente de Fedegán, sino a través de mi propia experiencia como ganadero”, explicó.

“Hace 14 años esto era un potrero inhóspito para los animales y casi desértico, hoy es una explosión de naturaleza recuperada, una fábrica de alimentos que se renuevan permanentemente, una verdadera aspiradora de carbono, un sistema natural de fijación de nitrógeno, que abona el terreno. Un oasis de clima y bienestar para los animales”, detalló.