El PhD Jaime Bernal Eusse, ingeniero agrónomo y especialista en Desarrollo e Investigación de Pastos, Forrajes y Semillas, expuso en un seminario web publicado por Perulactea que el potencial productivo de los pastos depende de dos factores. El primero es la cantidad de forraje producido y en segundo lugar es la calidad de ese forraje. (Lea: Manejo del pasto, clave para aumentar la productividad del ganado)

“Uno puede modificar en una forma relativamente fácil, la cantidad de forraje que produce con fertilización, rotaciones, riego, periodos de ocupación y descanso, alturas de corte, etc., es decir manejando las diferentes características de cada especie, conociendo su fisiología y tratando de modificarlas de acuerdo con las necesidades que se vayan presentando”, describe el profesional.

Sin embargo, modificar la calidad es más difícil, porque para hacerlo, generalmente se trabaja con edad del pasto (periodos de recuperación y descanso) y con alturas de corte, teniendo en cuenta que el pasto joven bien fertilizado, habitualmente presenta mejor calidad que el de edad avanzada, el pasado o el florecido.

“Por eso hay que estar muy claros en qué es lo que uno busca. Si busca pastos de altísima calidad o si son de calidad aceptable pero de mayor volumen de materia seca”, dice Bernal. (Lea: El manejo del pasto es arte y conocimiento)

La ventaja que tienen los productores ganaderos es que el rumiante es un gran transformados y es capaz de tomar materiales de una calidad moderada, transformarlos en el rumen y convertirlo en el producto final que estamos buscando, carne o leche.