Néstor Stave es propietario de un terreno en Sabanalarga, Atlántico. Hace 8 años, él administraba una finca de 124 hectáreas hasta que los dueños del predio decidieron venderlo.

 

En ese momento, Stave tomó la decisión de comprar la mitad de las hectáreas y se propuso conservar la producción a pesar de contar con menos potreros. (Lea: Conozca las pérdidas en el ensilaje y cómo pueden reducirse)

 

El productor continuó con la rotación de potreros, para aprovechar el pasto sobrante que destina al ensilaje y la henificación, con el objetivo de procurarse de reservas de alimento bovino en los meses previos al verano o al invierno.

 

 

Su finca está dividida en 50 potreros, donde manejan rotaciones más cortas que constan de 28 días en lugar de 30. Esto hace que queden libres hasta 22 potreros, de los cuales una parte utiliza para ganados comprados y la otra para ensilar.

 

“El forraje se corta con guadaña, se acarrea al sitio de donde se va a guardar el pasto, que son unas albercas donde caben entre 12 y 15 toneladas. Ahí se acarrean con carro mula y se pican. Por lo general se usa el pasto de los potreros que están más cerca a este sitio”, precisó.