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La responsabilidad ante la historia

En marzo sabremos si hay “indignados” en el país y si el rechazo a la mermelada que compra conciencias y a la politiquería que se roba los recursos de los niños, los enfermos y las obras públicas es suficiente para renovar el Congreso, o si hemos perdido la vergüenza y esa capacidad de indignarse que hoy recorre el mundo, y seguiremos eligiendo la misma corrupción en cuerpo ajeno.
 
El 27 de mayo es definitivo. El camino de la centro-derecha nos devuelve a un espacio de seguridad y confianza sobre el cual retomar la senda del desarrollo sostenido y la construcción de bienestar para todos. Nos devuelve a la erradicación del narcotráfico que hoy sigue alimentando la violencia, a pesar del Acuerdo con las Farc y las palomitas en las solapas de Santos y del candidato Timochenko. Nos devuelve a quitarnos el rótulo infamante de ser el primer productor mundial de coca, con 200.000 hectáreas sembradas, cuando Santos recibió el país con apenas 46.000 y un programa serio de erradicación.
 
El camino de la izquierda está adornado con la piel de oveja de unos candidatos que posan de moderados, modernos y defensores de la paz -¡mentira, todos defendemos la paz!-. Detrás de ellos, sin embargo, desfilan asolapados, también tras la bandera de la paz -¡pobre paz!-, otros candidatos que llevan escondida su propia bandera, la de Socialismo del siglo XXI.
 
Es simplista acusar a los ganadores del NO en el plebiscito de “meter miedo”, pero invito a los ciudadanos a buscar en las redes los discursos incendiarios de Piedad Córdoba en Venezuela, glorificando a Chávez, a Maduro y a su revolución; los invito a recapacitar sobre la lesión enorme que los gobiernos de izquierda le ocasionaron a la capital de la República. Los invito a repasar los discursos de Timochenko sobre un “gobierno de transición” hacia un Estado comunista. Mockus fue muy claro en la W: “Me gustaría ver a la Farc en coalición con Fajardo”.
 
Por ello, invito a la centro-derecha a unirse para contener esa confluencia ideológica, que no dudo en calificar de amenaza. La “Alianza para la reconstrucción de Colombia” debe ser incluyente y generosa, para superar el escollo de la escogencia de un candidato y asumir una proyección de futuro. Así será, porque confío en la sindéresis y el patriotismo de los tres candidatos para preservar una coalición que garantice la victoria del mes de mayo.
 
La elección del candidato y la proyección de futuro de la coalición representan una enorme responsabilidad ante la historia; ante la ya escrita, porque la reconstrucción del país que nos deja Santos no es labor de cuatro años; y ante la que está por escribirse, pues el mismo Santos pretendió castrar nuestra democracia y amarrar los próximos tres gobiernos a los términos de un Acuerdo negociado a espaldas del país y rechazado por los colombianos en las urnas.
 
El futuro del movimiento que triunfó en las urnas el 2 de octubre y que recoge el anhelo de millones de colombianos, depende hoy de la decisión de tres líderes: Iván Duque, Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, en cuyas manos descansa la responsabilidad de corregir el rumbo. Los aplaudiremos si la coalición llega a buen puerto tras la consulta del 11 de marzo. De lo contrario, superaremos el sinsabor y redoblaremos esfuerzos, porque lo único que no es prescindible es nuestro compromiso con Colombia.
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