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“Fronteras incendiadas”

Frente al paro armado del EPL y su lucha a muerte con el ELN por el control del narcotráfico en el Catatumbo, Norte de Santander, frontera con Venezuela, el bonachón ministro de Defensa se atreve a dar parte de tranquilidad en medio de un ambiente desolador en el que se percibía el terror de las gentes, y además se declara sorprendido por la decisión departamental de suspender clases en los colegios de la zona. Para él, nada tan grave está sucediendo que lo justifique.
 
Frente al airado rechazo de los alcaldes de la región por el abandono por parte del Estado, el comandante de las Fuerzas Militares, que seguramente esperaba un recibimiento agradecido, solo atina a reconocer su impotencia para controlar un territorio agreste, de difícil clima e infestado de violencia narcoterrorista. No obstante, las noticias reportan la presencia de ¡8.000 efectivos armados en la zona!
 
Hace 8 días las disidencias de las Farc volaron dos torres de energía y dejaron sin luz, por enésima vez, a Tumaco, Nariño, frontera con Ecuador. Restablecido el servicio, la dicha duró muy poco, porque, esta vez el ELN, voló otra torre y puso a retumbar de nuevo las plantas de emergencia en la noche tumaqueña.
 
El ELN se apuró a lanzar un comunicado en el que niega la autoría, porque -quién lo creyera- “tiene prohibido realizar atentados contra la infraestructura eléctrica que beneficia a la población”. Para lo que les importa a los afectados si fueron los unos o los otros. Bueno, al Gobierno tampoco parece importarle porque las noticias no reportan reacción alguna; como si fuera algo normal. ¡Otra vez Tumaco!
 
En la misma frontera las disidencias asesinaron a los tres periodistas ecuatorianos, noticia que conmovió al mundo, avergonzó al país y desnudó la terrible violencia del posconflicto ante la opinión internacional, encandilada todavía por la paz de Colombia. Ahora mismo permanece secuestrada una pareja ecuatoriana, mientras ¡4.000 efectivos! militares y de policía persiguen a alias Guacho
 
El gobierno ecuatoriano, que en la era Correa albergó complaciente a las Farc y, por instrucciones de Chávez, la emprendió contra nuestro país por el ataque al campamento donde fue dado de baja Raúl Reyes, hoy, cuando sintió la dureza de la violencia en carne propia, cambió su libreto colaboracionista con el narcoterrorismo y renunció a su papel de garante y anfitrión de las negociaciones con el ELN.
 
La canciller Holguín, con ese gesto de ingenua perplejidad que la caracteriza, expresa la comprensión del gobierno colombiano a la decisión de Lenin Moreno y anuncia, como gran cosa y para mermar la vergüenza, que de todos modos las negociaciones iban a proseguir en una sede alterna. Lo siento, pero hay una “sutil” diferencia entre querer irse y ser echado.
 
Y como si poco le faltara al gobierno Santos, refundido como está en su propio laberinto, la ONU se ocupó de la escalada de violencia en Colombia y la embajadora de Estados Unidos, Niky Haley, sin pelos en la lengua, amonestó al Gobierno por más esfuerzos en el control del narcotráfico y de los territorios dejados por las Farc.
 
El resultado es dramático: Las fronteras incendiadas y las mafias…, de fiesta.
 
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