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El Pacto por Colombia

Porque si el Acuerdo de Gómez convocaba a la unión “que nos permita entendernos con todos los colombianos”, el Pacto de Duque invita a superar enfrentamientos estériles para acometer una cruzada por la LEGALIDAD, el EMPRENDIMIENTO y la EQUIDAD.
 
El Pacto por Colombia invoca a la ESPERANZA para construir entre todos un mejor futuro; una reedición, si se quiere, del llamado de Gómez a la “Salvación Nacional”, porque “El desfallecimiento frente a la decadencia de los valores tradicionales…, la falta de iniciativas restauradoras, la resignación,…, están siendo producidas por la convicción de que no hay nada que hacer, que todos los esfuerzos son inútiles…”.
 
Álvaro Gómez era enemigo de ese determinismo fatalista de que “somos así” o “estamos condenados”. Como Iván Duque, era un realista-optimista que hablaba del “sí se puede” y de una “Política de la Esperanza” orientada a la juventud principalmente.
 
Hay que dignificar la política, que “es la forma como se cuida de la patria”, decía Álvaro. Hay que reinstaurar el imperio de la Ley, como principio de convivencia y fundamento de la autoridad del Estado. Hay que repensar la justicia para devolverle su majestad y su condición de derecho fundamental y servicio público por excelencia. Tiene que poderse.
 
Hay que aliviar de tributos a las empresas, para generar más y mejores empleos. Tiene que poderse, aun en contra de gurús reacios al cambio. Para ello, Gómez invitaba a “erguirnos como país dispuesto a correr riesgos y conquistar oportunidades”. Hay que promover el emprendimiento creativo y el resurgir del campo; y garantizar salud y educación para todos como cimientos de la equidad. Tiene que poderse.
 
A la fórmula Duque - Ramírez, más que a ninguna, le asistía el derecho de hacer suya la propuesta del Acuerdo sobre lo fundamental, pero aunque las ideas no tienen marca registrada, sí exigen respeto de autoría y, por ello, propusieron mejor el Pacto por Colombia.
 
No pensó lo mismo Gustavo Petro, quien, pretendiendo vestirse de estadista y demócrata, como sí lo era Álvaro Gómez, se atrevió a “robarse” y a llenar de populismo uno de los conceptos políticos de mayor vigencia en nuestra historia política: la propuesta de un “Acuerdo sobre lo fundamental” para “…volver a gobernar bien a Colombia”.
 
Es una estrategia cínica, si se tiene en cuenta que, 30 años atrás –mayo de 1988–, el grupo guerrillero M-19, del cual hacía parte el joven Petro, alias “Comandante Andrés”, había secuestrado a Álvaro Gómez Hurtado, siguiendo el patrón de doblegar gobiernos dizque para alcanzar la paz, o mejor, para lograr impunidad y condiciones favorables de reinserción. En marzo de 1990 lo lograron, de manos de un gobierno agónico y afanoso de resultados. Siempre es que la historia se repite.
 
Poco o nada en el programa de Petro convoca a un Acuerdo sobre lo fundamental, comenzando porque lo fundamental es la unión a partir del respeto a la diferencia, que no la división y los llamados al odio y la lucha de clases.
 
Todo en el Pacto de Duque invita a la unión para salvar a Colombia. Con Iván Duque…, tiene que poderse.
 
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