En Santander, el 54 % de la producción de frijol está localizada en los 21 municipios de las provincias Guanentá y Comunera (Villanueva, Barichara, San Gil, Socorro, Curití, Palmas, Pinchote, Páramo, Aratoca, Guacamayo, Jordán, Cepitá, Valle de San José, Mogotes, Confines, Contratación Palmar, Ocamonte, Onzaga y San Joaquín). (Lea: Los milagrosos frijoles que vencen el cambio climático en Centroamérica)

 

Por su ubicación geográfica, uno de los principales problemas es la alta radiación solar y ausencia de precipitaciones, lo que causa efectos desfavorables en los procesos fisiológicos del fríjol, tales como el retardo de la floración, baja producción de vainas, decrecimiento de hojas, ramificaciones y el desarrollo de tallos entre otros.  A eso se le suma la vulnerabilidad de las plantas a padecer ataques de patógenos, debido a sus condiciones inmejorables de desarrollo y crecimiento vegetativo. 

 

Gracias a una serie estudios realizados, se ha podido comprobar que este tipo de cultivo desarrolla respuestas y adaptaciones que le permiten sobrevivir en condiciones de constante déficit de agua. Por esa razón la Universidad de Santander, UDES, viene realizando una investigación que pretende estandarizar el proceso de multiplicación in vitro a partir de explantes de fríjol arbustivo con capacidad de tolerancia al estrés hídrico.