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Los distintos tipos de fosfatos inorgánicos para nutrir al ganado

El fósforo es un elemento clave para la nutrición de rumiantes. Como macroelemento, está implicado en las necesidades del mantenimiento, la producción (para el crecimiento, aumento de peso, gestación y producción de leche), astas, pezuñas y microorganismos ruminales.

 

El rumen tiene la singular función de un tanque de fermentación, donde se encuentran muchos microorganismos, como las bacterias, que generan una inmensa cantidad de funciones específicas. (Lea: Fuentes de fósforo en la nutrición animal)

 

De acuerdo con un artículo de Nutrinews, la abundante población de bacterias en el rumen necesita dos veces más de fósforo que el propio animal. Además, son seres vivos selectivos, por lo cual solo pueden metabolizar un fósforo solubilizado que pueden conseguir desde:

 

  1. El fósforo endógeno excretado en la saliva que estará disponible para las bacterias a través del reciclaje de saliva.
  2. Una fuente directa de fósforo soluble en agua. Según ensayos in vivo, la primera población de bacterias afectada por una carencia es la que se dedica a la celulosa.

 

Para satisfacer las necesidades de los rumiantes, el fósforo se suministra en sus dietas diarias en forma inorgánica y orgánica. Su absorción dependerá del origen de sus ingredientes:

 

  1. Fósforo en forma libre o ligado en complejos fíticos y con una actividad fitasa (enzimática) variable.
  2. Varios productos con diferentes niveles de fósforo. En rumiantes, no hay diferencia de digestibilidad entre los fosfatos inorgánicos.
  3. Suelen tener una buena asimilación, aunque están prohibidos para los rumiantes en los países de la Unión Europea.
 
 
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