La quema de pastos es una costumbre generalizada en todo el país. A ella apelan ganaderos y agricultores para remover las malezas y renovar sus cultivos y tradicionalmente les ha funcionado muy bien.

 

Como es una práctica que ofrece resultados satisfactorios, muy pocos entienden la magnitud del daño que están haciendo sobre los ecosistemas y sobre sus propios predios. (Lea: Incendios forestales también perjudican la ganadería)

 

El problema tiene que ver con la falta de respuesta de las autoridades para prevenir y castigar este tipo de conductas. Para Diego Arciniegas Díaz, gerente de la empresa ganadera agroecológica Tierra Buena, es inconcebible que luego de las múltiples advertencias así como los intensos calores que se vivieron con el fenómeno de El Niño, se sigan provocando incendios.

 

El ganadero relató que en un viaje que realizó a los municipios de Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán observó consternado cómo la gran mayoría de campesinos apelan a la quema de bosques y la tala de árboles.

 

“Regresé del viaje muy triste porque me di cuenta que la mayoría de personas queman y tumban árboles sin problema todos los años. La gente todavía no es consciente de la gravedad de generar incendios durante el verano”, indicó.  (Lea: Caquetá se prepara para combatir la llegada del verano)