Jeannett Moncayo Jiménez, propietaria de un predio en la vereda San Antonio en la región del río Bobo, aseguró que el invierno ha sido muy fuerte, afectando el desarrollo normal de la actividad pecuaria.

 

“No hemos podido renovar las praderas ni abonarlas, los potreros están encharcados y se han dañado los caminos de las vacas”, sostuvo. (Lea: Producción láctea disminuye en lugares afectados por el invierno)

 

Según la ganadera, las precipitaciones han sido constantes desde el mes de enero, con algunos días de alivio que son interrumpidos por prolongados aguaceros. El deterioro de las praderas comienza a ser evidente, pues al ser terrenos planos se están anegando y llenando de lodo.

 

Esto ha incidido sin lugar a dudas en el negocio de la leche, pues las vacas están experimentando estrés hídrico por el exceso de humedad e incomodidad en los potreros, que “están negros” por la cantidad de barro que hay.

 

“Se nos ha bajado tremendamente, se nos han presentado problemas de mastitis, los animales están muy estresados porque no pueden descansar y nos toca llevarlas a la parte alta, pero está sin forrajes”, señaló. (Lea: Ganaderos afectados por invierno reclaman ayudas del Gobierno)