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¿Votar por la paz o votar por la guerra?

La primera vuelta en la elección para presidente de la República deja lecciones claras sobre el rumbo que los ciudadanos quieren que tenga el país. La más evidente es que los colombianos quieren un cambio en la dirección del Estado.

Descontada la abstención que caracteriza al elector colombiano, y que como siempre merece un mejor análisis, restados los votos en blanco y los del candidato presidente, el 74% de los votantes quiere que el país se maneje de otra forma. Eso significa que los resultados que ha obtenido el actual Gobierno en materia económica, social y de paz, no satisface a los ciudadanos.

Y eso coincide con las encuestas, que muestran que los colombianos no tienen a la paz y al proceso de La Habana, en primer lugar. La gente no quiere “comprar futuro” con base en el cheque de la paz. Hoy quiere progreso, quiere empleo, quiere seguridad social, quiere solución a sus necesidades básicas, quiere tranquilidad. De ahí que el programa que ofrece estas expectativas haya sido el ganador.

También deja otra lección clara. El poder de la prensa para matizar las noticias y sesgar opiniones va encontrando barreras en un elector que quiere un nuevo país. El receptor de noticias de hoy no quiere ser enfrascado en el embudo en que se ha convertido el tema de la paz —todo conduce a la paz porque es la panacea de los males de Colombia—. Detrás de esto subyace la desconfianza que se tienen en las Farc, y la credibilidad del proceso, y por su puesto la incertidumbre de unas negociaciones en donde todos los colombianos somos convidados de piedra a sabiendas de que allí se está repartiendo el país so pretexto de implantar un modelo incluyente.

Al país le notificó que aún tiene partido conservador. La división que se tuvo entre quienes apoyaban a Santos y quienes apoyaban a la candidata oficial quedó saldada. Hoy se tiene un partido conservador pequeño, pero saludable, que refrendó los postulados de sus fundadores, y que “no se compra ni se vende”. Es un partido que decide.

Dejó igualmente como lección, que la izquierda moderada puede tener una opción en Colombia. Sin embargo pesa sobre sus hombros la mala gestión que han realizado sus representantes en cargos públicos.

Lo que viene

La pregunta válida es lo que viene. Siendo este el panorama, es evidente que los colombianos quieran un modelo donde rápidamente se solucionen las necesidades más sentidas. La dualidad de “votar por la paz o votar por la guerra”, no es quid del asunto. Eso lo tiene que tener claro el candidato Zuluaga. Hoy es necesario bajar tensiones, apropiar la paz y no imponer la paz de un grupo que ha sometido al país por las armas. La bandera del progreso se impone.
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